SOCIALDEMOCRACIA Y DEMOCRACIA CRISTIANA: BETANCOURT,
BELAUNDE TERRY, FREI, CALDERA
La
Socialdemocracia:
Después de la 2da Guerra Mundial, el movimiento socialdemócrata emergió muy debilitado, no obstante ello, el anticomunismo intransigente de sus líderes sobrevivientes en Europa, impidió la unidad de las fuerzas de izquierda en los momentos siguientes a la derrota del fascismo, cuando la situación revolucionaria existente habría claras posibilidades a una transformación general de la estructura capitalista europea. El socialismo real, pudo solo ampliarse a los países del centro y este de Europa y a China, Corea y Viert-Nam del Norte en Asia.
Seis años después de finalizada
la guerra, en 1951, tras numerosas reuniones organizativas previas,
se celebra el I Congreso de la Socialdemocracia contemporánea, en
Frankfurt, República Federal Alemana, donde quedó estructurada la
Internacional Socialista.
Con la asistencia de 100
delegados representando 34 partidos, el Congreso acordó “fortalecer
las relaciones entre los partidos afiliados y coordinar sus actitudes
políticas por “concensus”,no por centralismo democrático”. Aprobó la
“Declaración de Frankdurt”, base programática de la SD (Social Democracia)
que ha regido por más de tres décadas su posición política, económica y
social. Si bien condena la explotación capitalista, reconoce que este
régimen ha experimentado tal transformación en el orden social que se
encuentra a medio camino del socialismo y no es necesaria la revolución
social.
En la Declaración de Frankfourt,
la SD, subraya su objetivo de luchar por la paz y en este sentido
hace formal reconocimiento de la necesidad de “la defensa militar de los
países democráticos contra los designios expansionistas del comunismo”,
justificando así la política de “guerra fría” del imperialismo, la
creación de la OTAN y el ataque a Corea.
La proyección hacia América Latina
La SD desde su constitución, en
1951, centró su atención política en el área de Europa Occidental. Su
proyección era fundamentalmente eurocentrista y en este marco expresó su apoyo
a la unidad de Europa representada por el Mercado Común Europeo, y a la
OTAN como mecanismo de defensa del “mundo libre” europeo.
Es a partir del XIII Congreso,
celebrado en 1976, que la Internacional Socialista abandona
su exclusivismo eurocentrista y comienza a preocuparse más por los
problemas del llamado Tercer Mundo, principalmente por América
Latina. Su proyección tercermundista y latinoamericanista se expresó en
esta ocasión en la elección de Anselmo Sule, de Chile y Daniel Oduber de
Costa Rica, para integrar dos de las vicepresidencias de la Organización.
Además, se hicieron pronunciamientos a favor de una reestructuración del orden económico
internacional a favor del Tercer Mundo y se tomaron acuerdos para intensificar
la lucha por los derechos humanos en Nicaragua, Guatemala, Haití y
República Dominicana, entre otros.
La expansión del ideal
socialdemócrata hacia América Latina tiene los siguientes fundamentos: esta es
el área de mayor desarrollo económico y social, en términos relativos,
dentro del Tercer Mundo y también es aquí donde los sistemas políticos,
estructuras sociales y tradiciones culturales, están más próximos a los de
Europa Occidental. En sus aspiraciones políticas hacia el área, la
Socialdemocracia se presenta como una alternativa entre los regímenes
oligárquicos y antipopulares apoyados por Washington y el sistema
socialista, cuya influencia se agigantaba por la trascendencia del ejemplo
cubano hacia el continente. En 1977, el Buró de la IS (Internacional
Socialista) crea el grupo de trabajo para América Latina, transformado en 1980
en el Comité Latinoamericano de la Internacional Socialista (SILAC) y el
grupo de trabajo para las relaciones Norte-Sur.
Después del XIII Congreso, la IS
mantuvo en los sucesivos congresos su apoyo a los procesos democráticos y
de liberación en el área, muy especialmente al Frente Sandinista de Nicaragua.
También a la lucha del pueblo salvadoreño, a la aspiración de Puerto Rico
a la independencia frente a EE.UU., y al pueblo chileno en su decisión de
liquidar la dictadura fascista que derrocó el gobierno democrático de
Salvador Allende.
El reiterado reconocimiento de la
autenticidad y del carácter autóctono el proceso
revolucionario latinoamericano es un apoyo global al mismo y un
enfrentamiento, aunque tibio e indirecto de la IS a la política
reaccionaria de EE.UU. También el haber señalado como causales de ese
proceso las condiciones económicas y sociopolíticas internas de la región,
es una referencia implícita a la dañina subordinación de estos países al
poderoso vecino del Norte. Ya de forma explícita, aunque
poco enérgica, la IS ha llegado a responsabilizar a EE.UU. del agravamiento
de la situación económica, social y política en América Latina.
El apoyo a las gestiones del
Grupo de Contadora; las críticas a la OEA por su inacción ante
las violaciones a los derechos humanos y a la democracia; sus demandas de
respeto al derecho de autodeterminación y a la no injerencia en los
asuntos internos de los países, son planteamientos acertados de la IS para
América Latina. La proyección de la Socialdemocracia hacia América Latina
se ha caracterizado, a lo largo de estos años, por la solidaridad hacia la
lucha revolucionaria por la democracia y la liberación
nacional. Consecuente con esta proyección latinoamericanista es el
resultado del XVIII Congreso de las IS celebrado en 1989, donde
fueron elegidos 29 vicepresidentes, entre ellos cinco latinoamericanos: Leonel
Brizola, de Brasil; Mikel Manley, de Jamaica; Carlos Andrés Pérez, de
Venezuela; Daniel Oduber, de Costa Rica; Guillermo Hungo, de El Salvador;
José Francisco Peña Gómez, de Santo Domingo; y Anselmo Sule, de Chile.
Además fue elegido Secretario de la IS, Luis Ayala, de Chile.
Estas promociones son muestras de
la importancia que América Latina ha cobrado para la SD contemporánea,
política que ha mantenido hasta nuestros días. No obstante, en la década
de 1990, se ha reforzado el interés de la SD hacia el Viejo Continente
como consecuencia de los cambios ocurridos en Europa del Este con el
desmantelamiento del "Socialismo Real" y ampliarse el campo de
batallas políticas para la SD hacia los antiguos países del campo socialista.
La
Democracia Cristiana:
La democracia cristiana, es una ideología política que busca aplicar los principios del cristianismo (a menudo el catolicismo en particular) a las políticas públicas. Esta ideología surgió en el siglo XIX en Europa, y continúa teniendo una fuerte influencia en Europa y Latinoamérica.
En
la práctica política, la Democracia Cristiana es considerada de derecha en
asuntos sociales, morales y culturales y de izquierda en temas laborales y
económicos. La Democracia Cristiana no tiene su origen en el socialismo ni
relación alguna con la Internacional, sino en la origen en el socialismo ni
relación alguna con la Internacional, sino en la Doctrina Social de la Iglesia.
Aunque
en muchas ocasiones la democracia cristiana ha aceptado el liberalismo, y comparte
la idea de la reducción de impuestos con la intervención estatal, con el fin de
acabar con la injusticia social; en general los principios que han regido su
matriz se derivan de la idea del estado benefactor. Por esa razón es frecuente
encontrar partidos democristianos en la centro-derecha. La Democracia Cristiana
suele sobresalir por su marcado conservadurismo lo que la distingue del
progresismo; y su notoria inclinación estadista lo que también la separa del
liberalismo económico.
Betancourt:
Político venezolano (Guatire, Venezuela, 1908 - Nueva York, 1981)
Se inició en la lucha política en sus años de estudiante en la Universidad de Caracas, participando en la oposición al dictador Juan Vicente Gómez. Fue encarcelado y luego se exilió a Costa Rica, en donde participó en la fundación del Partido Comunista. Al morir el dictador, regresó a Venezuela y rompió con los comunistas (1936); fundó el Partido Democrático Nacional y el periódico Orve, desde donde se enfrentó a la dominación de las grandes multinacionales sobre el sector petrolífero venezolano. Un nuevo gobierno militar suprimió su partido y hubo de exiliarse de nuevo -esta vez en Chile- en 1939. Regresó en 1941 y transformó su antiguo partido en Acción Democrática, primer partido moderno de la historia venezolana, a medio camino entre el liberalismo y el socialismo; y en 1943 creó un nuevo periódico, El País. Los «adecos» (de AD) apoyaron la sublevación que derrocó a Isaías Medina Angarita en 1945 y llevaron a Betancourt a la Presidencia de la República (hasta 1948). En aquel primer mandato consiguió un acuerdo más beneficioso para Venezuela con las compañías del petróleo, pues con los cánones exigidos el Gobierno pudo financiar importantes mejoras en la educación y la sanidad; también impulsó una nueva Constitución plenamente democrática y dio facilidades para la organización del movimiento obrero y campesino. Le sucedió el también «adeco» Rómulo Gallegos, derrocado en 1948 por un golpe de Estado que instauró una dictadura militar. Desde su exilio en Cuba Betancourt diseñó un programa de reformas sociales que le llevó de nuevo a la Presidencia en 1959, después de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez. Durante este segundo mandato -que terminó en 1964- realizó una reforma agraria, generalizó la negociación colectiva y dio un fuerte impulso a la economía venezolana con su política proteccionista y de obras públicas; pero adoptó posiciones cada vez más conservadoras y alineadas con los intereses de Estados Unidos, razón por la que su partido sufrió una ruptura de izquierdas bajo las siglas MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria).
Belaunde Terry: Nació en Lima el 7 de octubre de 1912
Sus padres fueron Rafael Belaúnde y Lucila Terry. Se graduó de arquitecto en la universidad de Texas (EE: UU.) en 1935. Al regresar a Lima fundó la revista el Arquitecto Peruano. Ejerció la docencia en la Universidad Católica y en la Universidad de Ingeniería. Entre 1945 y 1948 fue diputado por el Frente Democrático Nacional. En las elecciones de 1956 postuló a la Presidencia de la República liderando el Frente de Juventudes. Recién en 1963, liderando Acción Popular, se convirtió en Presidente Constitucional del Perú y emprendió un programa reformista obstaculizado constantemente por la Coalición opositora Apra-Uno. En 1968 sufrió el golpe de estado del general Velasco Alvarado y se dedicó a la docencia en Estados Unidos. Regresó en 1978 y ganó en las elecciones presidenciales de 1980. Esta vez enfrentó los ataques subversivos de Sendero Luminoso y el MRTA. al terminar su periodo fue "Senador vitalicio". En la década de los noventa fue opositor al presidente Fujimori. Falleció en Lima el 4 de junio del 2002. Fernando Belaúnde Terry además fue autor de los libros:
- La
conquista del Perú por lo peruanos (1959).
- Pueblo por
pueblo (1960).
Eduardo
Frei Montalvo (Santiago, 1911- id., 1982)
Político chileno que fue presidente de la República entre 1964 y 1970. Durante su presidencia, Frei inició profundas reformas en la sociedad chilena: impulsó la reforma agraria y renegoció el control de las explotaciones del cobre con las empresas norteamericanas. Sin embargo, perdió pronto apoyos entre los sectores empresariales por su intervencionismo económico y, entre las clases populares, por los problemas derivados de la inflación.
Eduardo
Frei realizó sus estudios en el Seminario y luego en el Instituto de
Humanidades, para ingresar enseguida en la Facultad de Derecho de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, en la que recibió el título de abogado en 1933.
Esta universidad lo distinguió con el Gran Premio de Honor, en virtud de su
condición de alumno brillante y de su destacado desempeño universitario. En sus
años de estudiante fue dirigente de la Asociación Nacional de Estudiantes
Católicos, representando a Chile en el Congreso de Pax Romana que se celebró en
Roma y en el que se formó la Confederación Iberoamericana de Estudiantes
Universitarios, de la cual resultó elegido secretario general.
Finalizada
su vida universitaria tomó la decisión de actuar en política, para lo cual optó
por ingresar en el Partido Conservador, con el que coincidía por su fuerte
cercanía a la Iglesia católica.
En
1957 funda el Partido Demócrata Cristiano y es elegido senador por Santiago en
1957 y en 1964 es electo presidente de Chile, el gobierno de Frei gozó de una
sólida estabilidad. Su administración se orientó al cumplimiento estricto del
programa de gobierno que había presentado en la candidatura. El programa de
Eduardo Frei, con el lema “Revolución en Libertad”. Hacia 1967, el gobierno
experimentó un cambio. Un alza de la inflación lo llevó a moderar la política
económica. A su vez, la agitación social y política empezó a ir en aumento, y
la oposición tanto de la derecha como de la izquierda empezó a fortalecer sus
posiciones. No solamente los partidos políticos y las organizaciones sindicales
empezaron a participar en las escenas públicas, sino que las Fuerzas Armadas
también se convirtieron en nuevos y significativos actores.
Sin posibilidad de presentarse a un segundo mandato, en las elecciones
de 1970 apoyó al candidato de su partido, el democristiano Radomiro Tomic, que
fue derrotado en toda regla por Salvador Allende. Frei se erigió en cabeza
visible de la oposición al gobierno de Unidad Popular (1970-1973), y fue
elegido senador en marzo de 1973, seis meses antes de la disolución de los
cuerpos legislativos por el golpe militar que, protagonizado por el general
Augusto Pinochet, derrocó al presidente Allende. Frei siguió siendo el jefe del
Partido Demócrata Cristiano hasta que éste fue suspendido por el gobierno
dictatorial en 1977, y pasó a engrosar las filas de la oposición al régimen que
tácitamente había aceptado en un principio.
Rafael Caldera: (San Felipe, 1916 - Caracas, 2009)
Político venezolano, fundador del Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) y dos veces presidente de la República. Cursó bachillerato con los jesuitas del colegio San Ignacio de Caracas y estudió Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela (UCV), de donde egresó doctorado en 1939.
Fue
militante de la Juventud de Acción Católica. En el gobierno de Eleazar López
Contreras ocupó el cargo de subdirector de la Oficina Nacional del Trabajo y
fue miembro de la comisión que redactó la Ley del Trabajo de 1936. Ese mismo
año fundó la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), agrupación política señalada
en sus inicios por un ideario afín al falangismo español. Diputado al Congreso
Nacional (1941-1944), alternó a partir de entonces sus actividades políticas
con la docencia, que ejerció como profesor de Sociología y Derecho del Trabajo
en la Universidad Central. En 1941 contrajo matrimonio con Alicia Pietri
Montemayor. La Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo
Betancourt, lo nombró procurador general de la nación (1945). El 13 de enero de
1946 fundó el partido socialcristiano COPEI. Presentó su candidatura a las
elecciones presidenciales de 1947, en las que resultó electo Rómulo Gallegos,
por Acción Democrática (AD). Nuevamente candidato presidencial por COPEI en los
comicios de 1952, mantuvo una moderada oposición al régimen del general Marcos
Pérez Jiménez, que pagó con la cárcel y el exilio en 1957. Regresó a Venezuela
un año después y el 31 de octubre acogió en su residencia de Caracas, llamada
"Punto Fijo", las reuniones con los dirigentes de los partidos Acción
Democrática (Rómulo Betancourt) y Unión Republicana Democrática (Jóvito
Villalba) que desembocaría en el llamado "Pacto de Punto Fijo" de
gobernabilidad. Postulado por quinta vez en las elecciones de 1968, resultó electo
presidente de la República (1969-1974).
Durante
su gobierno se desmanteló definitivamente el movimiento de guerrillas, surgido
a comienzos de la década de 1960, y se legalizaron el Partido Comunista de
Venezuela (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Asimismo,
impulsó el ingreso de Venezuela en el Pacto Andino. Tras fracasar en las
elecciones de 1983, impulsó una nueva Ley del Trabajo, promulgada en 1990.
Rompió con su partido, el COPEI, en 1988 para encabezar una amplia plataforma
política (Convergencia) que le permitió acceder por segunda vez a la máxima
jefatura del Estado (1994-1999). Este segundo período estuvo marcado por una
grave crisis financiera y bancaria, la suspensión parcial de las garantías
constitucionales (1994-1995) y una tendencia al inmovilismo, derivada de su
precario estado de salud.
EL POSITIVISMO COMO
SUSTENTO DE LA EDUCACIÓN EN AMÉRICA
El positivismo es una corriente filosófica, surgida a mediado del Siglo XIX propuesta por Augusto Comte, que pretende estar por encima del pensamiento idealista y del materialista, se concentra en datos científicos, obtenidos por la vía experimental, para explicar los fenómenos naturales.
Consiste
en no admitir como válidos científicamente otros conocimientos, sino los que
proceden de la experiencia, rechazando, por tanto, toda noción a priori y todo
concepto universal y absoluto impuesto hasta la fecha por las doctrinas
religiosas que dominaban Europa y la naciente América.
La
situación social que presentaban los países de América Latina desde mediados
del siglo XIX, contribuyó sin duda a favorecer la adaptación del positivismo,
porque estas naciones se encontraban entonces en la necesidad de construir las
bases efectivas para enfrentar una vida, muy diferente al impuesto por las
colonias. Algunos pensadores pertenecientes a países como México, Brasil, Cuba,
Argentina, Venezuela y otros países latinoamericanos, aspiraron los mismos
niveles técnicos y productivos de países europeos, por lo que acogieron
pensamientos positivistas.
El
positivismo en Venezuela constituyó el soporte de toda una etapa cultural y
sentó las bases para un cambio en las ciencias y, principalmente, en la
educación, pues los intelectuales positivistas estimaron que ésta era la vía
para formar a los pueblos en una nueva conciencia de sí y estimular el
progreso, instruyendo a los hombres y desterrando en ellos la ignorancia, para
hacerlos seres prácticos y positivos.
Esto
aparejo un cambio radical en el panorama de los partidos políticos en varios
países del continente, un tema nuevo al que ni siquiera se asoma Alexis de
Tocqueville (Filosofo Francés que propone la Democracia y la Igualdad de
Condiciones para América), así como le es ajeno el tema de la construcción de
la unidad de la izquierda. Surgen nuevos partidos de izquierda, en algunos
casos de la matriz de la lucha contra las dictaduras que asolaron nuestros
países en los 70 y 80. En algunos casos dichos partidos englobaron a las
antiguas tendencias marxistas.
EL BIPARTIDISMO EN
AMÉRICA
Un sistema bipartidista (o bipartidismo) es un sistema de partidos políticos que favorece la aparición de dos coaliciones políticas (por lo general antagónicas en el espectro político) para generar una exclusión o una discriminación positiva de minorías políticas, sucediendo en todas las elecciones que uno de ellos alcanza el gobierno de la nación y el otro ocupa el segundo lugar en las preferencias de voto, pasando a ser la oposición oficial al gobierno. Sus defensores argumentan que genera una estabilidad política al excluir sectores extremistas que podrían alcanzar una representación parlamentaria o presidencial. Por el contrario, sus detractores argumentan que el hecho de que excluye a estas minorías es antidemocrático.
En la
mayoría de los países latinoamericanos se establecieron sistemas bipartidistas,
aun cuando muchos de ellos han tenido cambios radicales en dichos sistemas.
La
democracia bipartidista, que es el modelo predominante en Europa y América del
Norte, también caracteriza a países latinoamericanos como Chile, Brasil y
Uruguay. Sus rasgos fundamentales son dos. De un lado, el consenso básico entre
las dos fuerzas políticas principales acerca de las reglas de juego que
presiden su competencia. Del otro, la equivalencia electoral entre ellas, la
cual permite prever que habrán de alternarse pacíficamente en el poder según
pasen los años.
Estos dos
caracteres otorgan a la democracia bipartidista una perspectiva de larga
estabilidad porque los inversores otorgan a la democracia bipartidista una
perspectiva de larga estabilidad porque los inversores de adentro y de afuera
saben de antemano que, sea cual sea el partido que ejerza el poder, las reglas
de juego no cambiarán. Y esto es posible porque en las democracias
bipartidistas prevalece la tolerancia entre sus actores centrales, esto es, la
decisiva virtud política de la concordia.
Países
latinoamericanos que solían tener sistemas bipartidistas hasta hace poco:
Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Uruguay, Venezuela.
Países
latinoamericanos que aún tienen sistemas bipartidistas
El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá.
El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá.
INTERVENCIONES
IMPERIALISTAS EN AMÉRICA LATINA: ECONÓMICAS, INVASIONES TERRITORIALES, GOLPES
DE ESTADO, GUERRAS MEDIÁTICAS
El
imperialismo es la dominación, el control, la posesión y la explotación por
parte de las clases dominantes de una nación-estado sobre otra nación, sus
recursos, mercados y gente. Actualmente en un grado sin precedentes, los
banqueros inversores, las empresas multinacionales y las instituciones
financieras de Europa y Estados Unidos controlan la vasta mayoría de las
principales organizaciones económicas que producen, invierten, comercian y
circulan capital.
Los gobernantes imperialistas plantean amenazas
nucleares, utilizan armamento de alta tecnología y destruyen a sus enemigos.
Sus negociadores comerciales eliminan restricciones de los competidores y
justifican las barreras comerciales para sus propias empresas. La principal
función del estado imperialista es dominar de tal modo que sus multinacionales
puedan florecer.
El estado
imperialista se ha hecho más poderoso e invasor con el crecimiento de los
capitalistas "internacionales". El estado imperialista emplea a más
funcionarios para abrir mercados, recaudar grandes sumas para financiar los
regímenes de sus clientes en crisis financieras, envía a sus mejores banqueros
a negociar deudas, aumenta la provisión de fondos para mejorar su capacidad
militar y de inteligencia, para destruir a sus enemigos y debilitar a sus
competidores. El estado imperialista otorga subsidios a un pequeño ejército de
ideólogos para que discutan que el estado es anacrónico, que las reglas del
"mercado libre" y las empresas globales no tienen lealtades
nacionales. La hegemonía del estado imperialista se basa sobre la negación de
su poder, para extender y profundizar su ejercicio.